Tiempo de descanso  en Turín. El Barcelona pierde estrepitosamente ante la Juventus por 2-0 y Luis Enrique busca soluciones para cambiarle la cara al equipo. De pronto se le ocurre retirar a su lateral izquierdo, Jeremy Mathieu. Pero en ningún momento se le pasa por la cabeza introducir en el campo a su sustituto natural, el catalán Jordi Alba. Así, finalmente opta por fortalecer el centro del campo dando entrada al portugués André Gomes, una decisión que acabó siendo equivocada como demostró el 3-0 definitivo en el partido.

El lateral zurdo sumó el martes su tercera suplencia en los últimos seis partidos. Se podría decir que él ha sido el principal damnificado del cambio de esquema que ha introducido el asturiano en este inicio de 2017, pues el nuevo 3-4-3 prescinde de los laterales para dar más protagonismo al cuarto centrocampista. Aunque lo cierto es que Alba parece no contar ni para los encuentros en los que el Barça sale con cuatro defensas, tal y como se evidenció en el partido de Turín.

La consecuencia de esta situación empieza a estar a la vista de todos, pues el jugador no esconde sus gestos de mosqueo. Además, la prensa ya asegura que el internacional español ha empezado a preguntar a sus amigos Pedro y Cesc sobre la posibilidad de jugar la próxima temporada en el Chelsea, aunque en el fondo también guarda la esperanza de que la próxima salida de Luis Enrique acabe de solucionar sus problemas.

Y razones tiene para pensarlo, ya que el comportamiento del técnico con él no está siendo muy profesional. El pasado martes el periodista de 'COPE' Paco González desveló que el contrato de Alba con el Barcelona indica que necesita jugar el 60 % de los partidos para poder cobrar las primas del equipo, por lo que el entorno del futbolista sospecha que su suplencia es una clara maniobra para ahorrarle una buena cantidad de dinero al Barça. Algo que el jugador prefiere no creerse, si bien su sola idea provoca que se suba por las paredes y que se plantee dejar el club el próximo mes de julio.