Partidos de leyenda: la final más dolorosa de la historia culé (1994)


2017-06-10 16:06 Curiosidades Por: Sergio Aguilar

Perder una final siempre es doloroso. Y si esta es de Champions, aún más. Pero el cúlmen del dolor posiblemente sea caer derrotado en este último partido y además hacerlo por una de las mayores goleadas de la historia de la competición. Y esto es precisamente lo que le tocó vivir al F.C. Barcelona el 18 de mayo de 1994 en el Estadio Olímpico de Atenas.

Tercera final perdida por el Barcelona



Tras superar al Austria de Viena, al Mónaco, al Spartak de Moscú, al Galatasaray y al Oporto el Barcelona de Cruyff se plantó en la cuarta final de Copa de Europa de su historia. Previamente había perdido la de 1961 ante el Benfica (2-3) y la de 1986 en la tanda de penaltis ante el Steaua Bucarest; mientras que dos años antes (1992) el equipo azulgrana había hecho historia al superar al Sampdoria (1-0) en Wembley con un gol de Ronald Koeman en la prórroga.

Enfrente estaba el Milan de Fabio Capello, un equipo que un lustro antes había dominado Europa de la mano de Arrigo Sacchi y que venía de caer el año anterior en el partido decisivo ante el Olympique de Marsella (1-0). Eran por tanto dos equipos de primer nivel que auguraban una final de cierto favoritismo culé, aunque igualada.

El Milan le dio la vuelta al favoritismo del Barcelona

Sin embargo, esa noche el Milan dio una auténtica sorpresa al provocar un baño de fútbol al decadente 'Dream Team' culé. Tras un fuerte inicio en el que el equipo italiano hizo gala de una gran presión sobre los futbolistas rivales, Massaro logró adelantar a los suyos por partida doble antes del descanso. Y la sentencia solo llegaría a los dos minutos de la reanudación gracias a un golazo de Savicevic al colocar una precisa volea en la portería de Zubizarreta después de una salida en falso del guardameta.

Finalmente el cuarto y definitivo tanto del partido (4-0) lo marcaría el francés Desailly en el minuto 59, dando por concluida la final aunque al partido aún le quedaba más de media hora por jugar. Y es que al Barcelona le tocó vivir ese día uno de los partidos más aciagos de su trayectoria y se vio obligado a poner punto y final a una etapa brillante de su historia. A partir de ese momento Cruyff intentó reconstruir el equipo, pero dos años después acabó siendo destituido ante la falta de resultados.


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