George Weah (Monrovia, Liberia; 1 de octubre de 1966) jamás disputó un Mundial con su selección. Pero tampoco le hizo falta para acabar siendo considerado como el mejor futbolista africano de todos los tiempos. A lo largo de 18 años de carrera se labró la fama como un delantero rápido y fuerte que combinaba su gran altura con una buena coordinación y velocidad a la hora de encarar a las defensas rivales.

Wenger, su primer mentor

Su gran descubridor fue el por entonces seleccionador camerunés Claude Le Roy, quien avisó a Arsene Wenger (técnico del Mónaco) de su potencial a pesar de que a mediados de las 80 jugaba en la liga de Liberia. Así, el más tarde técnico del Arsenal decidió firmarle por solo 12.000 libras, alumbrando una de las mejores operaciones de la década en el fútbol europeo.

Tras llamar la atención durante cuatro años en el Principado el PSG le firmó en 1992. Allí pasó tres campañas en las que conquistó una Liga y tres Copas. Aunque sus años de verdadera gloria llegarían a partir de 1995, cuando firmó con el temible AC Milan. En Italia adquirió la responsabilidad de hacer olvidar a Marco Van Basten, lo cual logró sin demasiados problemas a las órdenes de Fabio Capello.

1995, el gran año de Weah

De hecho, ese mismo año logró el Balón de Oro y fue nombrado por la FIFA como el Mejor Futbolista de 1995, logros que ningún otro futbolista africano ha logrado hasta el momento. Fue el momento cumbre de su carrera, pues a partir de ahí inició una paulatina decadencia que no le impidió ganar dos Scudettos más con el Milan.

En 1999 abandonó Italia e inició un periplo de cuatro años antes de la retirada que le llevó por el Chelsea (1999/00), Manchester City (2000/01), Olympique de Marsella (2000/01) y Al-Jazira (2001-03). Y desde entonces ha estado inmerso en el mundo de la política, pues en 2005 creó su propio partido político y se postuló a presidente de Liberia en las primeras elecciones democráticas del país. Sin embargo, cayó en la segunda vuelta, por lo que no le quedó más remedio que desistir en su objetivo, si bien en los años posteriores no se desligó de sus compromisos con su país.