El Chelsea prometía ser uno de los grandes animadores del mercado de fichajes en las horas previas a su cierre. Y el pasado viernes cumplió con las expectativas, porque el conjunto inglés lograron cerrar dos incorporaciones casi sobre la bocina y, además, también protagonizaron otro episodio anecdótico que a Antonio Conte no le hizo ninguna gracia.

Dos fichajes millonarios para le Chelsea en el último día

El italiano pidió a su club que hiciera un esfuerzo extra en la recta final del mercado, y el Chelsea le respondió cerrando las llegadas de Danny Drinkwater (Leicester City) y de Davide Zappacosta (Torino). En total invirtió 66 millones de euros por ambos (38 millones por el inglés y 28 por el italiano), reforzando así tanto su centro del campo como su banda diestra.

Sin embargo la felicidad no fue plena para los de Stamford Bridge. Y todo porque no llegó el tercer fichaje anhelado por Antonio Conte, el medio ofensivo Ross Barkley. Su club (el Everton) aceptó traspasarle el último día, consciente como era de que el jugador terminaba su contrato el próximo 30 de junio. Así el internacional inglés incluso llegó a viajar a Londres para pasar la revisión médica y firmar su nuevo contrato.

El jugador no estaba convencido

Pero a la hora de dar el paso Barkley se echó sorprendentemente atrás y se volvió de vuelta a Liverpool. El Chelsea había acordado el pago de cerca de 30 millones de euros para vestir al futbolista de 'blue', pero fue él el que decidió no dar el visto bueno a la operación, dejando así con un palmo de narices a Roman Abramovich y a Antonio Conte.

Barkley no terminó de ver claro que en el Chelsea fuera a tener muchas oportunidades de jugar, por lo que prefirió seguir en el ilusionante proyecto del Everton y replantearse su continuidad futura. Al fin y al cabo el jugador sigue teniendo abiertas todas las puertas para definir su futuro, toda vez que mientras no renueve el próximo 1 de enero será un jugador libre para negociar con el equipo que le plazca.