Luis Enrique afrontó el pasado domingo su último partido en el Camp Nou como técnico del Barcelona. Si hubiera sido otra persona seguramente el encuentro ante el Eibar habría tenido un evidente componente emotivo, pero el asturiano prefirió convertirlo en algo frío e incluso incómodo. Y es que una vez que finalizó el choque fue incapaz de corresponder al cariño de sus aficionados y no tuvo un mísero gesto de agradecimiento.

Ya es de sobra conocido que 'Lucho' es una persona seca y poco dada a la expresividad. Pero el 'feo' que le hizo a los que han sido sus aficionados durante los tres últimos años (sin contar su etapa como jugador) seguramente se recuerde durante muchos años en la Ciudad Condal. Porque aunque la grada creó un tifo especial para la ocasión con su imagen y el mensaje 'Para siempre, uno de los nuestros #ForeverLucho" e incluso la grada coreó su nombre durante el partido; el entrenador no se dirigió en ningún momento al estadio para saludar o mostrar una sonrisa de agradecimiento.

En lugar de eso se limitó a mantener su gesto habitual en la banda y al acabar el partido se marchó al vestuario con gesto de pocos amigos. Acababan de perder la Liga y el cariño de sus aficionados había pasado al segundo plano por el cabreo que tenía encima. De hecho, un sector de la afición del Gol Norte llegó a cantar "si no sale Lucho no me voy de aquí". Pero al final bien que se fueron sin el adiós de su admirado entrenador.

"Las sensaciones fueron las que siempre sentí cuando coreaban mi nombre, porque ya dije que a mí no debían animarme. No fallo pases ni goles. Vine para ser un líder y lo he acabado siendo. Sin el equipo no habríamos ganado títulos, pero me he marchado cuando lo he considerado oportuno" agregó. Vamos, que en el día de su marcha quiso jactarse de haber dado plantón al club y despreció el apoyo que había recibido. Vinagre hasta el últimos segundo...