El Atlético de Madrid se ha apuntado esta semana un buen gol tras haber conseguido salvar en el último momento el fichaje de Vitolo. Miguel Ángel Gil Marín estuvo lo suficientemente rápido como para acabar convenciendo al canario para que no firmara la renovación que había pactado con el Sevilla, de forma que al final el futbolista se comprometió con su proyecto y actuó de intermediario para pagar los 40 millones de euros que marcaba su cláusula de rescisión.

Tras muchos 'tiras y aflojas' tanto Las Palmas como Atlético de Madrid podrán llevar a cabo el plan que inicialmente habían trazado para 'regatear' la sanción de la FIFA al equipo colchonero. El futbolista firmó un contrato de cuatro meses con el equipo canario, de forma que el 1 de enero será libre para incorporarse al conjunto madrileño y debutar con su camiseta.

Un fichaje muy publicitado

Sin embargo, el Atlético cometió el error de mostrarse demasiado efusivo al llevar a cabo la operación, ya que incluso llegó a anunciar el fichaje en su página Web. Además, Las Palmas también presentó al futbolista y presumió de fichaje, por lo que dejó claro a todo el mundo que su papel en esta negociación a tres bandas había sido fundamental.

Así, ni Atlético ni Las Palmas escondieron en ningún momento su plan para sacar al futbolista de Sevilla, lo que en principio supone una burla al castigo que la FIFA puso a los rojiblancos. Por eso, según apunta 'Marca' en el organismo federativo no ha sentado nada bien toda esta publicitación de la operación y podrían estar valorando abrir un expediente a los implicados para estudiar si se ha producido alguna irregularidad con este fichaje.

La FIFA, con un mosqueo importante

A priori los abogados del Atlético están seguros de que esta operación no ha infringido ninguna norma de la FIFA, si bien existe el riesgo de que el caso sea estudiado con lupa. La ausencia de discreción por parte de los colchoneros ha sido una provocación en toda regla y ahora deberán cruzar los dedos para que el máximo organismo mundial no encuentre motivos suficientes para imponerle un castigo histórico.